Como todos los 21 de noviembre de cada año, desde hace más de tres siglos, se celebra en Venecia la fiesta de “La Madonna della Salute”, que consiste en una peregrinación a la majestuosa Basílica para confiar a la Madre de Dios las intenciones de oración y agradecer los dones y las gracias recibidas.
Es una de las fiestas más importantes entre los venecianos. ¿Por qué?
La iglesia se construyó durante la peste del 1630-1631. La ciudad fue invadida por la peste bubónica, que había llegado siguiendo a unos embajadores de Mantua, ciudad ya especialmente afectada. La epidemia fue especialmente virulenta: en pocas semanas, toda la ciudad se vio afectada. El gobierno intentó erradicar la epidemia estableciendo lazaretos donde se atendía y trataba a los enfermos. Sin embargo, a pesar de estas disposiciones sanitarias, la peste no fue erradicada, y la ciudad se sumió en el miedo.
En el punto álgido de la epidemia, el 22 de octubre, a falta de otras soluciones, el gobierno de la República organizó una procesión de oración a Nuestra Señora de Nicopeja, en la que participó toda la población superviviente durante tres días y tres noches. Los rezos continuaron hasta noviembre y el 22 de octubre de 1630, el dux hizo el solemne voto de erigir un templo votivo especialmente grandioso y solemne si la ciudad sobrevivía a la enfermedad. Pocas semanas después de la procesión, la epidemia primero se frenó bruscamente y luego retrocedió lentamente hasta que finalmente se extinguió en noviembre de 1631.
El gobierno decidió entonces erigir el templo votivo en la zona de la Dogana da Mar y convocó inmediatamente el concurso para la construcción de la nueva iglesia. La primera peregrinación de acción de gracias tuvo lugar el 28 de noviembre de 1631, inmediatamente después del final de la epidemia.
Aún hoy es tradición peregrinar a la Basílica de la Madonna della Salute cruzando el puente de barcos construido por la ocasión, que atraviesa el Gran Canal, entrar y encender una vela por la familia, desfilar ante el altar y la espléndida imagen de la Virgen con el Niño, la Mesopanditissa, colocada aquí en noviembre de 1670, procedente de la isla de Candia (Creta) como regalo al final de la Guerra de Candia.
Después, asistir a misa y pasar por la Sacristía. Finalmente, la procesión termina fuera de la Basílica con puestos llenos de dulces, tortitas y manzanas caramelizadas, globos de helio de colores, muy apreciados por los niños.
Texto y fotografía: Aurora Fasolato
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